literature

[EGN] Cap 2

Deviation Actions

OnixTymime's avatar
By
Published:
806 Views

Literature Text

A la luz de la Luna



2 - A la luz de la luna by OnixTymime

El veloz pokémon volaba con gran destreza y agilidad entre las edificaciones de Altomare, maniobrando entre ellos sin mayores problemas, como si fuese algo cotidiano para él. Era algo increíble y digno de admirar, pero eso sólo desesperaba a sus perseguidores, a quienes les costaba darle alcance al verse obligados a serpentear entre los edificios. Al menos eran lo suficientemente rápidos para no perderlo de vista.

— ¡Será mejor que devuelvas eso! —gritó Bianca llena de rabia cuando Latias casi se estampaba contra el anuncio de una heladería, luego de que el ladronzuelo hiciera una pirueta elaborada para despistarlas.

Como respuesta a las exigencias de la joven, el pokémon se detuvo en seco y dio la vuelta a la vez que, con la gema en su frente, disparaba un rayo multicolor el cual Dyfir identificó inmediatamente como un Psicorrayo.

— ¡Maldición! —chilló Bianca sorprendida y advirtió rápidamente: — ¡Esquiven!

Latias pudo eludirlo con mucha facilidad dando una vuelta sobre sí misma. Por su parte, el Dragonite de Dyfir logró echarse a un lado y evadirlo, a pesar de que le había tomado más por sorpresa que a la pareja que iba delante.

Aún exaltados por lo cerca que estuvieron de ser impactados por el Psicorrayo, se reorganizaron rápidamente y buscaron al pokémon, dándose cuenta de que había aprovechado la conmoción para proseguir con su escape. Dyfir comenzó a sospechar que su verdadera intención no era acertarles, sino más bien distraerlos para ganar tiempo; no era nada estúpido.

— ¡Acelera, Dartiniant! —ordenó la joven entrenadora enérgicamente, decidida a no dejarle al ladrón salirse con la suya.

La Dragonite rugió con brío y agitó con más avidez sus alas, rebasando a Latias y a Bianca, que aún no lograban recuperar su velocidad después del ataque. Luego de esquivar algunos anuncios más, haciendo lo posible para evitar que el nervioso Lorenzo se cayera, volvieron a pisarle los talones al pokémon bandido. Afortunadamente, Bianca y Latias los alcanzaron pronto y entre ambos grupos mantenían al pokémon en la mira.

— Toma otro camino y tratemos de acorralarlo. Si continuamos persiguiéndolo de este modo jamás lo atraparemos —le sugirió Dyfir a Bianca, quien asintió y le indicó a su compañera que girara, desapareciendo en el estrecho pasillo que había entre dos casas. La entrenadora de blancos cabellos volvió a fijar sus ojos avellana en su objetivo frunciendo levemente el ceño, demostrando lo decidida que estaba al momento de lanzar su orden: — ¡Ambos, Rayo Hielo!

Shade se colocó frente a su entrenadora como pudo, y tanto él como Dartiniant liberaron unos rayos azulados de energía temblorosa; a simple vista se notaba el intenso frío que encerraban aquellos destellos tan hermosos, pues dejaban una estela de escarcha por donde pasaban.

El pokémon blanco volteó, percibiendo el peligro en el momento justo para poder esquivar los ataques, consiguiéndolo con una facilidad envidiable que hizo que la chica rechinara los dientes con rabia.

El ladronzuelo se detuvo y se aseguró de quedar cara a cara con la entrenadora, dibujando una sonrisa burlona y ganándose un ceño fruncido de ésta, quien aupó a Dartiniant a acelerar. Pero no iba a ser tan sencillo embestirlo; el pokémon volvió a disparar otro Psicorrayo en respuesta a su osadía.

— ¡Cuidado! —exclamó Dyfir desconcertada, percatándose al instante que aquella vez el pokémon tenía intenciones de dar en el blanco.

Dartiniant logró evadir el ataque con una de sus maniobras preferidas: una voltereta hacia atrás, aunque casi consiguió que sus jinetes cayeran al canal que estaba bajo su sombra, forzándola a disminuir la velocidad para que se aseguraran de nuevo sobre su lomo.

Aún alterada por el susto de casi caerse de su montura, Dyfir levantó la mirada y deseó poder ser un Charmander, pues el ladrón la miraba con una sonrisa socarrona y ella sólo quería poder borrársela con un Lanzallamas.

Por supuesto, el pokémon misterioso no se detuvo demasiado a regocijarse por lo que acababa de hacer, no tardó en volver a su huída a toda velocidad y dejarlos atrás.

— ¡No podemos permitir que escape! ¡Vamos, Dartiniant, acelera! —exclamó Dyfir apresuradamente y su dragona no titubeó para seguir sus órdenes, tan molesta como ella estaba por las burlas del ladrón.

Más adelante, aún lejos de la ajetreada persecución, un hombre intentaba acomodar el motor de su lancha en compañía de su leal Weezing; pero por los alaridos y quejidos llenos de enojo, era obvio que no le estaba yendo muy bien en su labor, decidiendo implementar un método que podía considerarse algo… poco funcional.

Cuando los golpes de la llave inglesa comenzaron a resonar en aquella calle, el extraño pokémon apareció tras girar en una esquina, acercándose vertiginosamente hacia donde se encontraba aquel hombre. Ya Dyfir estaba bastante lejos, sólo le faltaba muy poco para lograr escapar y salirse con la suya; pero de uno de los tantos callejones estrechos que formaban las arrejuntadas edificaciones de la vieja ciudad, aparecieron Latias y Bianca y, sólo por muy poco, no tuvieron éxito en su emboscada y embestirlo.

Su repentina venida tomó por sorpresa al pokémon, quien apenas se salvó de la arremetida de Latias y se salvó por los pelos de estrellarse contra la fachada de un restaurante cercano, en donde los comensales gritaron desconcertados y echaron a correr en todas direcciones. Bianca se sintió satisfecha por ello, festejándolo para sus adentros; aunque no por mucho, pues el ladrón se recuperó rápidamente y encaró a ambas, dirigiéndoles una mirada asesina.

Sin dar tiempo a la joven jinete de dar orden alguna a su compañera, el cuerpo del pokémon blanco comenzó a brillar, emitiendo un aura de un violeta intenso que envolvió a Latias por completo.

Ante la atónita mirada de la chica, el cuerpo de Latias se sacudió violentamente, casi derribando a Bianca de su lomo, retorciéndose sin ningún cuidado y chillando descontroladamente, expresando el dolor que sentía como si rogara porque éste cesara.

— ¿Latias? —balbuceó Bianca muy preocupada y confundida, aferrándose como podía para no caer en las aguas del canal debajo de ellas — ¡Ya déjala! —gritó furiosa al caer cuenta de lo que sucedía.

El pokémon, al parecer, estaba usando Psíquico sobre Latias y no aparentaba intenciones de cesar hasta que su víctima cayera inconsciente; en especial cuando alzó su mano hacia ellas, cerrando su puño como si tuviera el corazón de su víctima entre sus pequeños dedos y deseara pulverizarlo, acentuando la agonía de la criatura eon.

Cuando Bianca creyó que Latias se desmayaría, el Sneasel de Dyfir apareció justo frente al pokémon ladrón, preparando un Puño Hielo. Sorprendido, el bandido consiguió cancelar su ataque Psíquico a tiempo para escapar de las garras de Shade; el gélido puño apenas lo rozó, dejando algunos trozos de hielo pequeños y bastante escarcha en el pelaje de su pecho.

Shade VS Eve by OnixTymime

El pokémon no se tomó la molestia de contraatacar; no tenía la menor intención de luchar contra ellas si estaban juntas, parecía consciente de que estaba en desventaja, así que retomó la huída.

Shade aterrizó con gracia y siguió al pokémon por el borde del canal, mientras Latias y Bianca se reponían, recuperando la velocidad perdida para volver a estar detrás del ladrón. Casi de inmediato, Dartiniant las alcanzó y Dyfir las aupó a acelerar; estaban muy cerca de atraparlo, ya no había tanta distancia entre ellos y por más que se esforzase no podría escapar.

En ese preciso momento, el alboroto llamó la atención del hombre que arreglaba su lancha y éste buscó rápidamente la causa con la mirada. Cuando consiguió el origen de la conmoción, ya casi tenía al pokémon blanco encima y la impresión le hizo cortar un cable por error, provocando una pequeña explosión que asustó a su pokémon.

— ¡No, Weezing…! —chilló alarmado justo cuando el pokémon venenoso expulsó de sopetón un gas denso y violáceo.

El hombre, sin dudarlo, saltó al agua y se dejó arrastrar por la corriente, pues inhalar el gas tóxico de su compañero hubiese sido mortal para él; pero el pillo no corrió con la misma suerte. Al no tener los ojos puestos en el camino, más preocupado por sus perseguidores, se percató de la nube de peligroso humo venenoso cuando ya había quedado envuelto en ella.

— ¡Demonios! —exclamó Bianca alterada mientras Latias se detenía súbitamente — ¿Qué haces, Latias? ¡Se nos va a escapar! ¡Ve por él!

— ¡¿Acaso estás demente?! ¡Eso es gas tóxico¡ ¡Puede matarte! —la reprendió Dyfir cubriéndose la nariz y la boca con la mano, sorprendida de que la otra chica no se diera cuenta y ni agradeciera que su pokémon le salvara la vida —. Dudo mucho que ese pokémon sea inmune al veneno, no quedará bien después de atravesar esa nube de gas… rodéala a ver si lo encuentras inconsciente al otro lado o algo así.

Apenas ella terminó de decir esto, escucharon el inconfundible sonido del salpicar del agua. Todos dirigieron su mirada hacia abajo y pudieron ver cómo el pokémon blanco, totalmente desmayado, estaba siendo arrastrado por la corriente. Intercambiaron miradas rápidas entre ellos, aún sin entender lo que acababa de pasar, y les ordenaron a las dragonas aterrizar de inmediato.

Dyfir, Bianca y Lorenzo desmontaron a los pokémon, así Latias y Dartiniant pudieron sumergirse en las aguas del canal para rescatar al ladronzuelo bajo la vigilancia de sus entrenadoras, que las siguieron corriendo por la orilla.

Dartiniant se encargó de rescatar al ladrón y, cuando logró atraparlo, salió disparada del agua; aunque con ciertas dificultades por no ser su elemento. Dyfir se acercó a su Dragonite y ésta le encargó el pokémon a su entrenadora, extendiendo sus alas para que éstas se secaran y mojando un poco a la chica.

Curiosamente, el pokémon misterioso tenía el tamaño de un niño pequeño y era tan ligero como una pluma. Su pelaje, a pesar de estar empapado, era tan suave que la chica creía estar sosteniendo un corte de la más fina de las sedas. Todo en ese pokémon eran tan extraño y fascinante, algo curioso de pensar luego del dolor de cabeza que les causó.

Shade se les acercó, anunciando su llegada con un suave gruñido, y Dyfir sonrió, contemplando a sus pokémon y sintiéndose bastante orgullosa de ellos.

— Hicieron un buen trabajo —les dijo suavemente, asegurándose de transmitir el mayor cariño que podía con su voz.

Latias, por su parte, no tuvo tantas dificultades como Dartiniant de salir del agua, logrando atajar la reliquia antes de que fuera arrastrada lejos por la corriente y devolviéndosela muy satisfecha a Lorenzo, quien suspiró aliviado al tenerla entre sus manos; el anciano estaba al borde de las lágrimas.

— Estuviste asombrosa, Latias —felicitó Bianca muy contenta, acariciando el lomo de su compañera, que restregó su rostro contra el suyo, murmurando muy contenta.

— Tenemos que llevarlo al Centro Pokémon; creo que tiene fiebre —anunció Dyfir muy preocupada, acercándose con prisa a los otros dos y mirando con cierta aprehensión a la criatura que sostenía en brazos.

— No deberíamos después de lo que hizo —espetó Bianca fríamente; parecía decirlo muy en serio por el modo en que cruzó los brazos y le devolvía la mirada a Dyfir.

— ¡Bianca, por todos los cielos! A pesar de todo sigue siendo un ser vivo y no podemos dejarlo así… aunque haya causado muchos problemas —la regañó Lorenzo, mirándola con gran reprobación y cierta decepción, a lo que Bianca respondió con un bufido, dándole la espalda muy poco convencida con la idea. El hombre suspiró bastante frustrado y se dirigió a la otra —. Tienes razón Dyfir, no perdamos tiempo y corramos al Centro Pokémon. Quién sabe cuántos estragos le esté ocasionando el veneno mientras hablamos.



Ya había anochecido y en el oscuro firmamento colgaba una espectacular luna llena, brillando en todo su esplendor e iluminando hasta los recovecos más oscuros de la ciudad. Dyfir, Bianca y Lorenzo se encontraban en una de las habitaciones del Centro Pokémon; Latias también estaba presente, de nuevo escondida tras una figura humana, detalle que aún desconcertaba a Dyfir.

Ante ellos, tendido en una camilla, yacía el extraño pokémon blanco, todavía inconsciente. Todos contemplaban la pantalla negra al costado de la cama que mostraba sus signos vitales, a la expectativa de que algo sucediera, ya fuera para bien o para mal.

Extrañamente, algo los mantenía anclados en esa habitación hasta que el pokémon recuperara el conocimiento, ó por lo menos se estabilizara. No estaban a obligados a hacerlo; después de todo, los había empujado a perseguirlo por medio Altomare y aún así no podían dejar de sentir que tenían un motivo para quedarse.

Quizás era porque el primer diagnóstico resultó ser nada alentador. El veneno se había esparcido rápidamente por el pequeño cuerpo del pokémon, con suerte de que lo llevaron al Centro Pokémon sin perder mucho tiempo y le suministraran el antídoto de inmediato. Y con todo y eso, todavía recibía sueros y antídotos a través de intravenosas sin avistarse mejoría alguna.

Mientras Dyfir comenzaba a sopesar la desalentadora idea de que el pokémon no sobreviviese, la enfermera encargada del Centro Pokémon de Altomare (que seguramente se llamaba Joy, al igual que todas las demás) entró a la habitación en compañía de una Chansey. De inmediato, todas las miradas se centraron en ella y formaron un corro a su alrededor, deseosos de escuchar el diagnóstico correspondiente.

— Enfermera, ¿cómo se encuentra? —preguntó Dyfir sin darle oportunidad de suspirar, bastante angustiada y observando con cierta ansiedad los papeles que traía la mujer, quien trataba de echarle una mirada a los datos de la pantalla.

— Antes que nada, me gustaría contarles que acabo de hablar con un oficial de policía y me informó que la nube tóxica en la Riva Bauer ya fue totalmente controlada. Nadie más, aparte de este pokémon, inhaló el gas —anunció rápidamente la enfermera, quitándoles un peso de encima a sus ávidos oyentes; pero algo en la forma en que examinaba la pantalla le indicaba a Dyfir que algo no andaba bien. La enfermera continuó el informe con cierto tono amargo en su voz: — Por suerte, los pokémon son más resistentes que los humanos, así que no es algo que no pueda solucionarse con un antídoto…  al menos en la mayoría de los casos.

— ¿“Al menos en la mayoría”? —repitió Dyfir despectivamente — ¿Hay algo mal? —preguntó de inmediato, frunciendo levemente el ceño; no le había gustado para nada lo dicho por la enfermera.

— A decir verdad —musitó Joy con mucha seriedad, abriéndose paso educadamente y acercándose a la camilla, comparando lo que veía en la pantalla con lo que tenía en sus papeles —, su estado no es nada tranquilizador. Los antídotos que le suministramos no han funcionado, ninguno de ellos; su efecto es totalmente nulo o contraproducente, ya he probado con todos con los que cuento sin que cambien los resultados. Sus signos vitales son más débiles cada vez que hacemos el chequeo y no presenta mejoría, así que su propio cuerpo tampoco ha podido contrarrestar el veneno. Lamento decir que si éste pokémon continúa así, es muy probable que muera antes del amanecer —explicó con tristeza, lanzándole una mirada lastimera a su paciente.

La Chansey se acercó muy afligida y soltó un murmullo muy suave, expresando la tristeza que su jefa también sentía, dejando muy en claro a los presentes que el asunto era bastante grave, que todo lo que Joy decía era cierto y que ya no podían hacer más nada para ayudar, sólo esperar.

— ¿En serio no hay nada más que pueda hacerse por él? —preguntó Dyfir desesperadamente, sintiéndose ligeramente culpable por lo que había pasado; les había causado problemas pero no tenía por qué terminar así —. Por favor, tiene que haber algo que aún no haya intentado... algo que yo pueda hacer… hay que intentar…

— ¿Por qué te preocupas tanto por ese pokémon? Estuvo a punto de robarse una pieza valiosa para Altomare —espetó Bianca bastante ofendida, señalando la esfera que Lorenzo aún tenía consigo —.Y también creo recordar que nos atacó.

— Bianca… —musitó Lorenzo bastante acongojado, sorprendido de las palabras de la muchacha.

— ¿No has pensado que pudieron obligarlo a robar? —bufó Dyfir molesta, no podía creer lo que escuchaba de la otra muchacha. ¿Cómo podía ser tan cruel cuando nadie había salido herido? —. Por si no lo notaste, nunca nos atacó con la intención de hacer daño, sólo lo hacía para despistarnos. Estoy más que segura de que si así lo hubiese querido, este pokémon nos hubiese enviado derechito al hospital sin mucho esfuerzo.

— Pues yo vi sus malas intenciones cuando atacó a Latias —espetó Bianca con una actitud bastante hostil, cruzándose brazos y mirando a la entrenadora con el ceño fruncido.

Dyfir resopló molesta, aquello no llegaría a ningún lado y Bianca no le estaba cayendo nada bien, no sólo por su actitud, sino porque no dejaba de exponer a Latias; por los momentos, esperaba que la extrañeza en el rostro de la enfermera fuese porque pensara que ese era un nombre bochornoso y que sus padres no consideraron las consecuencias de llamarla como un pokémon.

Mientras, Latias se había acercado a Bianca por atrás y posó sus manos sobre los hombros de ésta, expresando maravillosamente con su mirada todo lo que ella pensaba. No quería que discutieran, no era el momento adecuado y, según pensaba ella, no valía la pena.

Bianca la miró y suspiró, sonriéndole y dándole unas palmaditas en la cabeza para tranquilizarla.

— Como sea… debo admitir que me intriga un poco; es decir, se arriesgó mucho para tener esto. Me pregunto para qué la querría —susurró Bianca, tomando la esfera con cuidado y observándola detenidamente a la poca luz que había en el cuarto. Para ella no tenía nada de particular, sólo que su color era fabuloso y que era tan brillante que no podía ser obra de la mano humana.  

Dyfir permaneció en silencio. Bianca seguía sacándola de quicio al mostrar más interés en un objeto que en una vida que agonizaba, más no quería empezar una discusión innecesaria, así que fijó de nuevo su atención en uno de los aparatos que mostraba los signos vitales del moribundo pokémon.

De repente, una de las máquinas comenzó a emitir un pitido y los valores en las pantallas se volvieron locos. Justo cuando la enfermera corría para auxiliar a su paciente, el pokémon abrió los ojos de par en par, elevándose de la camilla y arrancándose de un tirón la aguja que le suministraba el antídoto y el suero.

A pesar de la debilidad por el envenenamiento y el dolor que seguramente le produjo el arrancarse la intravenosa, para sorpresa de todos, el pokémon consiguió abalanzarse sobre Bianca, arrancarle la esfera de las manos y empujarla lejos.

— ¡No! ¡Devuelve eso! —chilló Bianca exasperada, reincorporándose de inmediato e intentando atraparlo en el aire.

El pokémon logró escaparse de las garras de Bianca y se dirigió con prisa a la ventana. Pero se detuvo de sopetón, sus ojos se movían desenfrenadamente en todas direcciones, totalmente desorientando y pronto las fuerzas le comenzaron a faltar. Y en el momento que Bianca estuvo a punto de atraparlo, justo antes de desvanecerse, el pokémon lanzó la esfera por la ventana ante la atónita mirada de todos.

— ¡No! —gritaron al unísono y corrieron hasta la ventana, donde ahora yacía el pokémon, desmayado.

Cuando se asomaron, dejando espacio a la enfermera para que atendiera al pokémon, descubrieron asombrados que la esfera flotaba en el aire. Asustados y confundidos, observaron los extraños dibujos que aparecieron en su lisa superficie bañada por la luz de la luna; los trazos brillaban suavemente y ninguno de ellos había visto tales símbolos en toda su vida.

Cuando todavía intentaban asimilar lo que estaban viendo, las líneas en la esfera desaparecieron y ésta perdió su forma por completo, convirtiéndose en una masa negra y deforme que creció hasta diez veces su tamaño original. En cuestión de segundos, la masa adquirió forma y frente a ellos se formó un pokémon que se mantenía levitando frente a sus ojos.

Su parecido con el pokémon ladrón era increíble, pero en vez de blanco la mayor parte del pelaje de su cuerpo era negro azabache, con un par de preciosos ojos violeta pálido; algunas otras partes de su pelaje compartían el color de sus ojos y en la frente tenía incrustada una joya del mismo violeta en forma de luna creciente que aparentaba ser hecha de amatista.

Boquiabiertos y profundamente conmocionados, eran incapaces de pronunciar palabra alguna; la gran sorpresa que arrastraba la aparición de aquel pokémon no les permitía reaccionar o pensar siquiera. La enfermera Joy (quien aún no veía al nuevo pokémon) notó su silencio y le pareció extraño, así que levantó la mirada y al darse cuenta de lo que sucedía se incorporó del tiro, dejando a su paciente al pie de la ventana.

El pokémon les devolvía la mirada algo confundido, probablemente por el gesto que tenían plasmados en sus rostros, entonces les sonrió y se acercó a ellos cuidadosamente. Retrocedieron rápidamente y el pokémon pudo entrar en la habitación, sin emitir sonido alguno todavía; sólo curioseaba con la mirada todo lo que le rodeaba, aunque en ningún momento se percató del pokémon desmayado que tenía a sus pies.

— ¡Hola! —saludó repentinamente. Su voz tenía un tono masculino, bastante agradable y cálido, aunque con cierto toque de picardía en el fondo que resultaba encantador. Pero en vez de lograr tranquilizar a los humanos, consiguió que se les helara la sangre del susto; un pokémon que hablara en cualquier lengua humana no era natural después de todo —. Me llamó Moonghost, es un placer —se presentó, agitando la mano e ignorando la estupefacción causada en los presentes, dedicándoles una gigantesca y afable sonrisa.

Heart[D.A.A.]Heart


Resumen
Un extraño pokémon ha despertado de un milenario sueño, iniciando la cuenta regresiva para una batalla de la que dependerá el destino de todo ser vivo en la Tierra. Para evitarlo tendrá que despertar a sus doce hermanos. ¿Podrá lograrlo y encarar su destino?

[EGN] Cap 1 <---> PRÓXIMAMENTE     
Comments0
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In